Pinocho
En un pequeño pueblo italiano, vivía un viejecito
artesano que fabricaba muñecos de madera, llamado
Geppetto. Un día encontró un tronco de madera grueso, en
el que estuvo trabajando mucho tiempo haciendo un muñeco nuevo
al cual llamo Pinocho. Poco a poco y con mucho amor, Geppetto fue
esculpiéndole los ojos, los brazos, las piernas, hasta que finalmente
lo término, y dijo: -“Ah, si este muñeco pudiera hablar, reír y jugar como
un niño yo no me sentiría tan solo”.
Las hadas escucharon su deseo y como
sabían que era un hombre bondadoso,
le concedieron la dicha de darle vida a
su muñeco. Pero como era de madera,
No tenía conciencia, por tanto le dieron por
compañero a un simpático grillo, llamado Pepito,
el cual le indicaba lo que debía o no hacer
y al cual Pinocho no hacía caso.
A Pinocho no le gustaba ir
a la escuela, únicamente
quería jugar. Por ello,
las hadas se disgustaron
y quisieron castigarlo.
Cuando Geppetto le
preguntó: -¿que cómo le
había ido en la escuela?, ella
contesto: muy bien, he
estudiado muchísimo
En ese instante comenzó a crecerle la nariz
Pinocho se asustó demasiado, pero las hadas le
explicaron que cada vez que dijera una mentira
su nariz crecería irremediablemente, por tanto
todas las personas se darían cuenta que estaba
mintiendo. Ese sería su castigo. Al día siguiente
cuando Pinocho iba hacia la escuela. se encontró
con unos amigos, con los cuales se desvió hacia las
puertas de un circo, que anunciaba: -“¡Empieza la función!". Para poder entrar, Pinocho dio a cambio
su cuaderno y sus lápices que con tanto esfuerzo Geppetto había conseguido. Ese día Pinocho corrió muchas aventuras, fue engañado por un par de
picaros (una zorra y un gato) que por medio de
engaños le quitaron unas monedas que le había dado el señor del circo. Caminando, llegó a la ciudad donde solo había cosas desconocidas para
él. Al ver una anciana con unos baldes de agua, le
pidió que le diera un poquito. La señora lo miró y le
dijo: --"sígueme!". Ya en su casa le dio toda el agua
que quiso, preguntándole de donde venía: -Iba a
la escuela, pero me perdí, además una zorra y un
gato me prohibieron asistir a ella". A medida que
iba hablando le iba creciendo la nariz. Entonces
Pinocho muy avergonzado, prometió no decir más
mentiras y vivir feliz con su papa. La anciana le
toco la nariz
y ésta volvió a su normalidad
Mientras tanto Geppetto, angustiado
al ver que su hijo no llegaba,
construyo un pequeño barco y
se fue con él al otro lado del mar,
a buscar a su adorado hijo. En la
escuela, Pinocho, había hecho
muchos amigos, y por medio de ellos
se enteró
que había un país donde no existían tareas ni
horarios, se jugaba todo el tiempo
y se comían muchas
golosinas
Cuando éstos le dijeron que si iba con
ellos, Pinocho dudó
un poco, pues quería ver a su padre, pero pudo más su
curiosidad. Vio aparecer un carruaje tirado por burros.
Cuando llegaron al País de los Juguetes. Como así se
llamaba, en verdad se divirtió mucho, pero poco a
poco le fueron saliendo orejas de burro. El conductor
del carruaje transformaba a todos los niños en burros y
luego los vendía en el mercado. A Pinocho lo compró
un señor que lo quería ahogar para quedarse con
su piel. Para ello lo llevo al mar y atándolo con una
piedra lo arrojo dentro de él. Entonces repentinamente,
un pez lo toco y volvió a ser Pinocho. Siguió nadando
hasta que sintió como si hubiera entrado a una cueva
húmeda, pero que se movía. Pronto se dio cuenta de que
se lo había tragado una ballena. Allí tropezó con un viejito, en
el cual reconoció a su padre
-"iPapa!.-“Pinocho, hijo!” Y se abrazaron muy fuerte. Planearon la forma de salir del vientre de la ballena y lentamente empezaron a caminar hacia la
entrada de la boca. En un descuido, cuando la ballena abrió la boca, Pinocho y su padre, salieron nadando. Al estar de
regreso a su casa, los dos se secaron ante el fuego contentos de estar juntos nuevamente. Y viendo las hadas que Pinocho
estaba verdaderamente arrepentido, lo transformaron en
un niño de carne y hueso.
artesano que fabricaba muñecos de madera, llamado
Geppetto. Un día encontró un tronco de madera grueso, en
el que estuvo trabajando mucho tiempo haciendo un muñeco nuevo
al cual llamo Pinocho. Poco a poco y con mucho amor, Geppetto fue
esculpiéndole los ojos, los brazos, las piernas, hasta que finalmente
lo término, y dijo: -“Ah, si este muñeco pudiera hablar, reír y jugar como
un niño yo no me sentiría tan solo”.
Las hadas escucharon su deseo y como
sabían que era un hombre bondadoso,
le concedieron la dicha de darle vida a
su muñeco. Pero como era de madera,
No tenía conciencia, por tanto le dieron por
compañero a un simpático grillo, llamado Pepito,
el cual le indicaba lo que debía o no hacer
y al cual Pinocho no hacía caso.
A Pinocho no le gustaba ir
a la escuela, únicamente
quería jugar. Por ello,
las hadas se disgustaron
y quisieron castigarlo.
Cuando Geppetto le
preguntó: -¿que cómo le
había ido en la escuela?, ella
contesto: muy bien, he
estudiado muchísimo
En ese instante comenzó a crecerle la nariz
Pinocho se asustó demasiado, pero las hadas le
explicaron que cada vez que dijera una mentira
su nariz crecería irremediablemente, por tanto
todas las personas se darían cuenta que estaba
mintiendo. Ese sería su castigo. Al día siguiente
cuando Pinocho iba hacia la escuela. se encontró
con unos amigos, con los cuales se desvió hacia las
puertas de un circo, que anunciaba: -“¡Empieza la función!". Para poder entrar, Pinocho dio a cambio
su cuaderno y sus lápices que con tanto esfuerzo Geppetto había conseguido. Ese día Pinocho corrió muchas aventuras, fue engañado por un par de
picaros (una zorra y un gato) que por medio de
engaños le quitaron unas monedas que le había dado el señor del circo. Caminando, llegó a la ciudad donde solo había cosas desconocidas para
él. Al ver una anciana con unos baldes de agua, le
pidió que le diera un poquito. La señora lo miró y le
dijo: --"sígueme!". Ya en su casa le dio toda el agua
que quiso, preguntándole de donde venía: -Iba a
la escuela, pero me perdí, además una zorra y un
gato me prohibieron asistir a ella". A medida que
iba hablando le iba creciendo la nariz. Entonces
Pinocho muy avergonzado, prometió no decir más
mentiras y vivir feliz con su papa. La anciana le
toco la nariz
y ésta volvió a su normalidad
Mientras tanto Geppetto, angustiado
al ver que su hijo no llegaba,
construyo un pequeño barco y
se fue con él al otro lado del mar,
a buscar a su adorado hijo. En la
escuela, Pinocho, había hecho
muchos amigos, y por medio de ellos
se enteró
que había un país donde no existían tareas ni
horarios, se jugaba todo el tiempo
y se comían muchas
golosinas
Cuando éstos le dijeron que si iba con
ellos, Pinocho dudó
un poco, pues quería ver a su padre, pero pudo más su
curiosidad. Vio aparecer un carruaje tirado por burros.
Cuando llegaron al País de los Juguetes. Como así se
llamaba, en verdad se divirtió mucho, pero poco a
poco le fueron saliendo orejas de burro. El conductor
del carruaje transformaba a todos los niños en burros y
luego los vendía en el mercado. A Pinocho lo compró
un señor que lo quería ahogar para quedarse con
su piel. Para ello lo llevo al mar y atándolo con una
piedra lo arrojo dentro de él. Entonces repentinamente,
un pez lo toco y volvió a ser Pinocho. Siguió nadando
hasta que sintió como si hubiera entrado a una cueva
húmeda, pero que se movía. Pronto se dio cuenta de que
se lo había tragado una ballena. Allí tropezó con un viejito, en
el cual reconoció a su padre
-"iPapa!.-“Pinocho, hijo!” Y se abrazaron muy fuerte. Planearon la forma de salir del vientre de la ballena y lentamente empezaron a caminar hacia la
entrada de la boca. En un descuido, cuando la ballena abrió la boca, Pinocho y su padre, salieron nadando. Al estar de
regreso a su casa, los dos se secaron ante el fuego contentos de estar juntos nuevamente. Y viendo las hadas que Pinocho
estaba verdaderamente arrepentido, lo transformaron en
un niño de carne y hueso.